Una sonrisa para Zakaria

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Inizia

Zakaria también cuidaba las vacas cuando vivía en Malí con su familia, lo hace desde hace cuatro años, en los establos modeneses que producen la leche para la producción de Parmigiano Reggiano. Lo hace con habilidad, pasión y determinación, características que le han permitido superar innumerables pruebas para llegar a Nonantola.

El viaje duró seis años: un año en Cotonou (Benin), un año en Agadez (Níger), cuatro años entre Sebha y Trípoli (Libia). En cada etapa, realizaba trabajos, recaudando algo de dinero para enviar a la familia y, para continuar el camino: albañil, peón, carpintero, sirviente…

En medio, los abusos y violencias inherentes al ser humano y magnificados por el absurdo de las leyes que regulan los flujos migratorios hacia Europa: en Agadez, en particular, la puerta del Sáhara, es detenido por una banda de delincuentes que, convencidos de que está lleno del dinero necesario para cruzar el desierto, intentan robarle y desfigurarle el rostro: lo tumban en el suelo, le ponen una piedra entre los dientes, y con el pie le aplastan la cara como si fuera una colilla. Lo dejan sangrando en el suelo pensando que está muerto. Pero Zakaria se levanta, es atendido por unos soldados del campo de Agadez y al cabo de un mes vuelve a su camino.

Desembarcó en Trapani en 2017, fue rescatado después de cuatro días de navegación por un barco militar italiano y después de un mes llegó a Nonantola. Aquí estudió italiano, asistió a cursos de capacitación agrícola, se ofreció como voluntario para “Niente di nuovo” y acompañó a los niños a la escuela con el “Piedibus”. Y aquí parece haber encontrado un lugar donde plantar sus raíces.

Él ama su trabajo, en particular, se ocupa de las vacas preñadas y sus terneros: limpia los establos, pone las inyecciones, alimenta a los terneros con leche y calostro.

Ahora que la situación se ha estabilizado, Zak, como lo llaman sus amigos, ha decidido cuidar sus dientes y su boca, que está por reconstruir casi por completo. Un dentista de Nonantola que trabaja en Módena se ha ofrecido a tratarlo gratis, pero la cirugía será larga y costosa: los costos de materiales, equipos y uso del laboratorio alcanzan los 8 mil euros. Un gasto que a Zak le costaría afrontar solo, con solo el salario de un trabajador agrícola.

Decidimos echarle una mano. Con su ayuda, será más fácil lograr este objetivo.

(Traduzione di Nadia Manuela Rocha)

Touki Bouki

Articolo scelto dalla redazione.

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Questo articolo è apparso il 20 febbraio scorso su "Altreconomia"